miércoles, 22 de agosto de 2012

Noches con chopin...


Por qué vas tan lento. Tocas cómo si el último suspiro te fuera en ello. Con cuidado. Tan meticulosas son tus manos que apenas puedo hacer que tu recuerdo no sea más que un vago rumor. ¿Y por qué? Porqué el dudar no es sino el que te permite saber si serás o no serás lo que me estás diciendo. Pero te pregunto de nuevo: ¿por qué? No sabes nada ¿verdad? Bueno pregúntaselo al que te ha estado escuchando toda la noche… aunque él sabrá menos que tu. Se lo he visto en la cara. Te escucha vacío. Sí, lo sé. Así que ¿por qué? ¿Y ahora te enfadas? De repente tu música se he vuelto contra mí y sé el por qué! No. No te lo diré. Te destruiría. Si… hazlo temprano. Remátame con estos dedos de pianista que apuñalan estas teclas con furia. Te has calmado. Mejor. Vamos a hablar las cosas tranquilamente. Y empiezas de nuevo. Eres como el mar… nunca sabes en qué momento una ola te tirara de nuevo, quizá hasta te ahogues por un momento. Pero dime ¿por qué? No lo sabes… yo tampoco pero no me hace falta saberlo para creerte cuando me dices que del amor al odio hay un paso y para admirarte cuando me dices que de la perfección a lo que escucho no hay más que el suspiro del agua del mar que un día me tragué pensando en ti. Ya sabes el por qué! Sí, pero no me lo dirás verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario