sábado, 8 de septiembre de 2012

Es.


Es sencillo y fácil divagar por la mente, es complicado crear algo que agrade a mis manos que recorren el teclado del ordenador sin un rumbo aparente. Divagar. Es una palabra que supongo tiene mucha más importancia de la que muchos creemos. La podemos aplicar en muchas situaciones, quizá, demasiadas… Divagar entre amistades, divagar entre palabras que creemos llenas de significado y aún así vacías de significante, divagar entre segundos, minutos que creamos para nosotros, tiempo que llenamos de lo que sea con tal de creer que lo aprovechamos. La utilidad del tiempo no es un cubo que se pueda llenar pero así lo tratamos. Llenamos este tiempo imaginario de situaciones, pensamientos, acciones… de lo que sea! Y así, cuando haya pasado no tengamos la necesidad de mirar hacia atrás y lamentarnos de lo que hemos perdido… lo perdemos igual, pues entre tanto derroche de situaciones, acciones, entre este trastero de invención humana para tapar el tiempo, hay un reloj que suena al compás de nuestra vida que mueve sus agujas con cada parpadeo y cada latido. Para aprovechar el tiempo no hay fórmula secreta, y si la hubiere, yo no la sé. Hay quien lo aprovecha leyendo un libro, quién lo aprovecha cantando y bailando a solas en su habitación con la música bien alta, quién lo aprovecha tomando una cerveza con sus amigos o quién lo hace durmiendo. Aprovechar el tiempo, al menos para mí, no es acabar el día y recordar que no has parado en todo el día. Aprovecharlo de verdad quizá sea más una sensación de que las pocas o las muchas cosas que has hecho durante un tiempo determinado las has hecho a conciencia, disfrutando y enriqueciéndote de lo que hacías.